sábado, 22 de marzo de 2014

A voces

¡Yo tambiéeen!

Al subir a un lugar alto, es una tentación gritar al vacío; también, como en un juego, en los lugares solitarios e inhóspitos nos atrae emitir un grito para sentirmos liberados, es una sensación fuerte que nos permite dar salida a emociones profundas. Es lo que, precisamente, les ocurre a los dos protagonistas del cortometraje Los gritones (Roberto López Toledo, 2010). En un breve minuto y 15 segundos, se cuenta la historia de dos jóvenes que se ponen a gritar, jugando, asomados sobre un puente solitario encima de las vías del tren.
¡Te quierooo!

La pareja empieza a gritar, y parecen muy divertidos, pero esta liberación de emociones, de expulsión de lo que llevan dentro, termina volviéndose como un bumerán contra ellos. Lo que empezó como un juego inocente y desenfadado, termina con un terrible silencio que, a los espectadores, nos hace comprender que el vacío, ahora, se ha desplazado e instalado entre ellos. Ello ocurre porque el chico deja de jugar y aprovecha la situación para declararse, para decir "Te quiero" a la chica. ¡Qué error! Porque la joven lo que quiere es seguir gritando intrascendentemente, sin implicarse en sus palabras aunque las diga a voces.


El vacío, ahora, entre los dos

EN CLASE DE ESPAÑOL
Este cortometraje, a pesar de su brevedad y simplicidad, es muy versátil y permite realizar muchas actividades lúdicas con estudiantes. Lo que nos interesa a nosotros aquí es subrayar con Los gritones las consecuencias que puede ocasionarnos en la comunicación saltarnos las máximas de Grice y no cooperar con nuestros interlocutores. Ello quiere decir que si iniciamos una conversación que se está realizando en un contexto de "juego" o "broma" no podemos, de repente, saltar a otro contexto opuesto o paralelo (una declaración amorosa -en este corto-, pero imaginemos que se aprovecha la ocasión para la expresión de un reproche o una amenaza, por ejemplo). Qué duda cabe que este cortometraje es una buena ocasión para presentar expresiones españolas como "hablar a voz en grito" o (ser) "el último grito", así como colocaciones léxicas como "soltar/pegar/lanzar un grito".

PREMIOS
Premio Especial del Jurado en el Festival Notodofilmfest en su VIII edición

miércoles, 5 de marzo de 2014

Arriba y abajo: la vida es un carnaval

Invertir el orden de las cosas

Los que mandan y los que obedecen, los jefes y los empleados, los de arriba y los de abajo. En carnaval damos la vuelta a todo e invertimos el orden de las cosas, pero en la vida diaria son pocas las ocasiones en las que los que suelen perder, ganan. En el cortometraje La media pena (Sergio Barrejón, 2011) un ejecutivo que, de madrugada, está a punto de suicidarse por la crisis de su empresa abandona su propósito cuando, súbitamente, la mujer de la limpieza entra en su despacho. El ejecutivo, que ya tenía el dedo puesto en el gatillo, azorado por la situación se esconde y, entre sorprendido y atrapado, se pone a espiar a la mujer.

"Pero... ¿qué está haciendo esta mujer en mi despacho?" piensa el ejecutivo que, sin salir de su asombro, ve a la mujer haciendo de jefe, sentada en su sillón, dando órdenes despóticamente, bebiéndose una copa de whisky con hielo, poniendo música, bailando, desnudándose y pegándose una ducha, haciendo por teléfono una conferencia internacional... "¿Realmente soy así?", el ejecutivo descubre una cara desagradable de sí mismo a partir de la parodia que la mujer hace de él cuando se cree sola en el despacho del director, de noche.


Jefa de noche, limpiadora de día

Es interesante ver la transformación emocional del hombre, que pasa de sufrir una depresión profunda a la sorpresa y, después, a una curiosidad que despierta su sentido de la realidad y la cordura. También es muy gracioso ver a la mujer, que da rienda suelta a sus emociones a través de la imitación caricaturesca del ejecutivo (quién, precisamente, le había despedido ese mismo día). Ella no se puede imaginar que el ejecutivo está viendo todo lo que hace, lo cual nos resulta más chistoso todavía.

Sorprendidos de sí mismos, de sus propios actos

¿Qué haríamos si pudiéramos, por un día, dar la vuelta a las cosas? (si somos mayores, ser jóvenes; si somos hombres, ser mujeres; si somos extranjeros, ser nativos). Como en el cortometraje La media pena, seguramente sufriríamos una transformación, ya que el ejecutivo acaba cambiando su objetivo (sobre todo, al escuchar a la mujer hablar por teléfono con su hijo pequeño a miles de kilómetros). La propia mujer también cambia su actitud a medida que escenifica la parodia, ya que al principio actúa con rabia, con conciencia de clase, pero luego aprovecha para hablar con su familia y se desarma por completo.

Armas de fuego, armas de mujer

EN CLASE DE ESPAÑOL
Invertir el orden de las cosas no es un ejercicio fácil, requiere unas habilidades pragmáticas avanzadas: imitar la forma de hablar, los gestos, la entonación, seleccionar las palabras adecuadas para parecernos a las personas que imitamos. En clase puede ser interesante que los estudiantes intercambien los papeles con el profesor, por ejemplo, y sean los que llevan la batuta por un día; otro cambio interesante puede ser el de padres e hijos, y que los hijos se comporten y hablen como los padres y viceversa; el que siempre da sorpresas es el cambio de género, que las mujeres se comporten como hombres y al revés. Probad por un día.

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