domingo, 1 de noviembre de 2015

Identidades cruzadas

No somos más que nuestras circunstancias
La identidad es un blanco móvil. En el film Mis hijos (Eran Riklis, 2014) la verdad sobre uno mismo no es más que algo negociable, que puede cambiar según los contextos y lo que las situaciones exijan de nosotros. Un árabe y un israelí pueden ser más que dos identidades irreconciliables.

En este largometraje se cuenta la historia de una metamorfosis, un cambio transformador sin vuelta atrás. Todo comienza en Jerusalén, en el seno de una familia árabe perteneciente a ese pequeño porcentaje de la población palestina que no es judía. El talentoso niño árabe Eyad demuestra que es más inteligente que los demás y cuando se hace mayor obtiene una beca para estudiar en un internado israelí. Allí se va transformando poco a poco a causa de su necesidad de adaptación a una cultura ajena, también por enamorarse de su compañera de estudios y el profundo afecto que siente por su amigo aquejado de una enfermedad degenerativa.

El carácter se puede transformar con inteligencia

El joven árabe no pierde en ningún momento la compostura, su carácter suave y reposado es una metáfora de lo que deberían ser las conductas inteligentes en un enclave geopolítico en grave conflicto. Al llegar al instituto y experimentar algunos episodios de rechazo, Eyad decide cambiar todos los parámetros de su comportamiento comunicativo propio de la cultura árabe (gestos, posturas, mirada, forma de vestir, peinado). Eyad aprende a comportarse como un israelita gracias a su novia y su mejor amigo, ambos judíos; la prueba de fuego es empezar a utilizar con éxito el documento de identidad de su amigo sin levantar una sola sospecha.


La televisión, un miembro más de la familia árabe

Son muy interesantes las escenas en las cuales se ve a la familia árabe viendo la televisión, auténtico elemento aglutinador del hogar musulmán, de hecho la película arranca cuando el padre de Eyad está arreglando la antena parabólica. La televisión es un miembro más de la familia, gracias a ella se descubre la capacidad intelectual e intuición de Eyad a través de un programa de entretenimiento, un concurso vanal que marca un hito en la vida familiar.


Como mi hijo



Por obra de un giro inesperado, Eyad decide cruzar del otro lado de su realidad: abandona su cultura de origen y cambia su identidad definitivamente. A fin de cuentas, la madre de su mejor amigo hacía tiempo que ya le consideraba como su hijo. Es emocionante el funeral del joven amigo judío, envuelto en la sábana blanca que pertenecía a la abuela de Eyad y que tantas veces le había pedido a su nieto darle un buen uso.

EN CLASE DE ESPAÑOL
Si tuviéramos que hacernos pasar por españoles sin serlo, ¿qué haríamos, además de hablar en español? ¿Qué gestos, actitudes o gustos adoptaríamos como propios? Podemos reflexionar en clase de español qué saberes y comportamientos están vinculados al idioma que aprendemos y que forman parte constitutiva del mismo tanto como su vocabulario y gramática. Estos saberes y comportamientos (saber ser, saber hacer) forman parte de la competencia sociocultural de una lengua. Gracias al visionado de escenas del largometraje Mis hijos podemos plantearnos hasta qué punto podemos adaptarnos a una nueva cultura por necesidad, incluso abandonar definitivamente la propia.