lunes, 22 de abril de 2013

Delitos y faltas

El segundo sexo, 
50 años después de Simone de Beauvoir 
No, no vamos a hablar aquí de la célebre película de Woody Allen, en la que los personajes se enfrentaban con culpabilidad a graves dilemas morales. Sin embargo, sí trataremos los conflictos que se desarrollan en la película Mataharis de Icíar Bollaín (2007), en la que tres detectives de una agencia privada investigan con éxito tres casos gracias a su intuición femenina. En esta película se entretejen varias historias en paralelo, el eje de todas ellas es el imperativo moral que nos impulsa a conocer, a necesitar saber, lo que la realidad esconde. Entre la verdad y la mentira, la vida de las tres protagonistas cambia al desvelarse informaciones hasta entonces secretas, tanto en sus investigaciones sobre algunos hechos delictivos como en una serie de faltas que sesgan sus vidas privadas. Como todo buen film, la tesis que se propone nos interesa a todos: no hay mayor engaño que el que se hace uno a sí mismo cuando no quiere enfrentarse cara a cara a los acontecimientos que le atenazan.

Moverse en el lado del delito, sin ver las propias faltas 
Y es que en Mataharis uno de los aspectos más interesantes es el del tipo de interacciones comunicativas que se establecen. En muchas escenas podemos descubrir que las protagonistas, nuestras tres detectives, responden a un patrón comunicativo común en nuestra cultura: se da prioridad a ser sincero frente a las mentiras sociales, enseguida se instalan la confianza y el tuteo incluso en una relación formal, los hablantes se hablan con proximidad, gesticulan mucho y con expresividad (rostro, manos, brazos) y los solapamientos en los turnos de palabra no cesan. En Mataharis constatamos que las situaciones comunicativas, entre españoles, tienden a ser simétricas y poco preocupadas por el conflicto.

En Mataharis se revela a una esposa que su marido tiene otra familia, en otra ciudad; se desenmascaran las estrategias de los propietarios de una empresa frente a las reivindicaciones de los trabajadores; se desvela la infidelidad de uno de los cónyuges de un matrimonio aparentemente estable... y vemos en las escenas que lo que más importa es el qué y no cómo nos enteramos de ello, aunque la manera en que nos dicen las cosas sea en exceso franca o directa. Bien es cierto que los hablantes reaccionan expresivamente, pero enseguida se reponen y restauran la comunicación. En una cultura con otro patrón comunicativo, más distante y preocupado por las convenciones sociales, esto sería imposible.

Nos preocupa mucho lo que nos hacen
y poco cómo nos lo dicen
EN CLASE DE ESPAÑOL
A partir del visionado de algunas escenas de Mataharis, se puede proponer la reflexión sobre los patrones comunicativos que están detrás de nuestras conversaciones. Para ello, hemos de realizar un ejercicio de autodescubrimiento de cómo es nuestro lenguaje verbal y no verbal. Podemos preguntarnos si al hablar solemos abordar los temas directamente o damos rodeos, si gesticulamos mucho o poco, cómo es el volumen de nuestra voz, cuál es el tono que empleamos, si respetamos los turnos de palabra o tendemos a solapar el discurso de nuestros interlocutores, si utilizamos el silencio o lo evitamos cuando estamos hablando con otra persona

En realidad, veremos que nuestro comportamiento comunicativo no es fruto del capricho o forma de ser individual, sino que responde a reglas no escritas sobre las formas de interacción que existen en cada cultura. Precisamente, más allá de las dificultades lingüísticas, es el desconocimiento de estos modelos comunicativos tácitos lo que puede ocasionarnos problemas al hablar con personas de otras culturas.
 [R. Ortí (2011), El descubrimiento de los patrones comunicativos a través del cine, http://practicaseneducacion.org]

Para ver el trailer de la película, haz CLICK aquí.

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